Otra perspectiva de la idiosincrasia venezolana

HIJOS DE LA SAL

En función exclusiva previa a su estreno nacional tuve la oportunidad de ver Hijos de la Sal, una película de "Los Morochos" Rodríguez, gran ganadora del Festival del Cine Venezolano 2018 con 7 premios (incluyendo Mejor Película y Dirección), alabada por la crítica, que retrata una realidad, mediante la ficción y la fantasía. El largometraje narra la historia de Evaristo, un anciano salinero, quien en agonía de muerte, pide a sus hijos que incineren su cadáver y que sus cenizas vayan al mar. Dispuestos a cumplir la última voluntad del anciano, como en un rito de iniciación, estos jóvenes, sin saberlo, trasgreden las tradiciones del pueblo, con lo que invocan su condena a un destino en el que solamente se tienen el uno al otro.

Luis y Andrés Rodríguez parten de ahí para adentranos en una historia densa, que abarca importantes argumentos temáticos. En primera instancia, nos muestran a dos jóvenes, criados en la marginalidad, que luego de quedar huérfanos a tan temprana edad, deben enfrentarse a la cotidianidad en medio de un ambiente tan rudo como son las salinas; ecosistema poco común en películas; desarrollándose todo en un ambiente melancólico.

Por una parte, Enrique es un niño que debe aprender a lidiar con el entorno, mientras trabaja como salinero, para sustentar y mantener el hogar. En medio de ello, Enrique será testigo de eventos y situaciones que lo obligarán a madurar, entre ellos, los abusos a menores y la violencia contra la mujer.
A su vez María, hermana de Enrique, se dedicará a las labores del hogar, ejerciendo el rol de ama de casa, mientras lucha con perturbaciones de su pasado, en la cual fue abusada muchas veces por su propio padre, Evaristo. Al mismo tiempo, este personaje buscará un escape a su forzado destino, mediante tentaciones que generarán conflicto con su hermano.

Desde esa perspectiva, los directores nos muestran una visión distinta a lo que solemos ver en el cine venezolano, pues, apreciaremos la rudeza y la crueldad del ritmo de vida de muchas personas que viven fuera de las principales ciudades, dedicadas a trabajar la sal, sobretodo en un entorno tan caluroso, árido y marginado. Pero ¿podemos decir que esta familia es un reflejo de la idiosincracia del venezolano? Eso dependerá de la perspectiva que tenga cada espectador del venezolano común. Particularmente aprecié a dos jóvenes "echaos pa' lante", que a pesar de cometer algunos errores y vivir situaciones adversas a su voluntad, mantienen la fuerza y el entusiasmo necesario para salir adelante.
El guion es abstracto y para algunos puede resultar díficil de digerir su contenido, admitiendo con toda sinceridad que la película no está hecha para entretener o pasar un rato ligero, sin embargo, puede ser disfrutada desde otra posición, analizando y prestando mucha atención a cada escena, las cuales tienen significados importantes para entender cada aspecto de la trama. Pocos diálogos y muchas expresiones; mediante excelentes interpretaciones de los actores; plasmaron en pantalla una obra de arte visual.

La estética, los aspectos técnicos y la cinematografía es sensacional. Se nota que cada plano estuvo perfectamente pensado y estructurado, complementado en la fotografía y los colores, acordes a la historia. El juego de sombras en ciertas escenas son realmente impactantes ya que transmiten esa sensación mitológica envuelta en la imaginación de sus directores. 

Lo que más disfruté del film sin duda alguna fue el trabajo de sonido, de Frank González, quien logró mezclar espectacularmente el audio ambiente, los diálogos y la música tétrica, creando un personaje auditivo prácticamente. El hecho de poner atención al sonido de una producción rodada en ambientes naturales, la cual dio tanta importancia a la presencia del agua, la sal, la arena y cada elemento de la naturaleza en donde iba andando la película, es dignamente admirable.

La actuación de los jóvenes Terry Goitía y María Alejandra Jiménez; ganadores del Festival del Cine Venezolano; le aportaron credibilidad a la historia y por si fuera poco, estuvieron respaldados por una actuación tan asombrosa como impactante del primer actor José Torres, quien también se alzó con el premio a Mejor Actor de Reparto. El debut cinematográfico de estas dos jóvenes promesas es altamente valorable teniendo en cuenta sus interpretaciones, exigidas por muchas expresiones gestuales, donde sus destrezas actorales se pusieron a prueba, evaluadas por muchos close up y primeros planos... Y para complementar el reto, en un escenario bastante complicado!

Definitivamente los hermanos Luis y Andrés Rodríguez lograron representar la fantasía y plasmar su imaginación a través de una historia de ficción real, mostrando los maravillosos paisajes de la Península de Paraguaná y mostrando al mundo parte de nuestro increíble ecosistema venezolano. No entra en mi lista de películas favoritas por la sencilla razón de no conectar con la historia, en pocas palabras, no logré entrar al mundo de los Rodríguez esta vez... ¡Pero ojo! Que este humillde comentario tan particular no sea motivo para dejar de disfrutar esta obra cinematográfica, la cual pude digerir desde otras perspectivas, como el maravilloso apartado técnico, su estética o las magistrales interpretaciones de los actores. Te recomiendo ir a verla en una buena pantalla de cine y así sacar tus propias conclusiones.

Un largometraje que tiene bien merecido todos sus reconocimientos en el Festival cinematográfico más importante de Venezuela y queda claro que "Los Morochos" realzaron el valor e importancia del cine independiente mediante la creatividad y la originalidad de alguien que no quiere sólo hacer mejor cine, sino diferente.

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