La nunca imposible misión de entretener



     Ethan Hunt, acompañado de su equipo de la Fuerza de Misiones Imposibles (FMI), debe enfrentarse a un poderoso traficante de armas internacional y evitar que ponga sus manos en un grupo de artefactos altamente peligrosos para la paz mundial, al mismo tiempo que se ve obligado a limpiar su nombre luego de que algunas acusaciones pongan en entredicho su lealtad a la agencia para la que trabaja.

     Esta es la sinopsis de cualquiera de los filmes anteriores de la saga cinematográfica de Misión Imposible y que se repite nuevamente en la más reciente entrega, denominada Fallout, en donde el grupo terrorista conocido como Los Apóstoles y el criminal John Lark buscan hacerse de tres bombas de plutonio para así hacer explotar los símbolos religiosos más importantes del mundo.

   El filme dirigido, escrito y producido por el frecuente colaborador de Tom Cruise, Christopher McQuarrie, supone 150 minutos del entretenimiento clásico al que las Mission:Impossible nos tienen acostumbrados, con un guion que hace uso de todos los usual suspects* que han demostrado ser efectivos en el exitoso pasado de la franquicia: arriesgadas secuencias de acción, elaborados engaños tanto a los personajes en la historia como a la audiencia, bellas mujeres y el toque cómico, como siempre proporcionado por el personaje de Benji Dunn, interpretado por Simon Pegg.

    Uno de los aspectos que más llamó mi atención es el uso que hace la película del metalenguaje, mediante referencias constantes a algunos de los elementos más emblemáticos de la marca Misión Imposible. El más obvio es el de la tradicional frase: “Tu misión, si decides aceptarla….” (“Your mission should you choose to accept it…”), la cual es mencionada diversas veces a lo largo del filme, y no solo al principio como era lo acostumbrado.

     Y es que la idea de las decisiones juega un papel fundamental dentro de la trama de Fallout, pues lo que desencadena los eventos de la película es precisamente una decisión que toma Hunt en un momento crítico. Además, el agente Luther Stickell, encarnado por Ving Rhames, se encarga de recordarnos que el propio Ethan escogió esa vida de agente secreto por encima de una más tranquila al lado de su antigua esposa.  

     Otras muestras de esa “autorreferencialidad” de la que hablo las hallamos en los casi descarados chistes que hacen los personajes con respecto al accionar de Ethan o al típico resultado de sus estrategias.

     Y así encontramos una buena y entretenida historia que busca sorprendernos (lo que logra en unos casos más que en otros) y que cumple con todos los requerimientos de un summer blockbuster. Mi única crítica negativa es que, hacia al final, la película se torna algo larga sin necesidad. En mi opinión, la trama tejida alrededor del personaje de August Walker (Henry Cavill) pudo haberse resuelto más rápido, especialmente si tomamos en cuenta que es muy fácil descubrir (¿Spoiler Alert?) que hay algo turbio en las intenciones de este agente de la CIA, prácticamente desde que anunciaron el cast.


     Pero en la actual situación de Venezuela, en la que tenemos que saber escoger nuestras opciones, Mission: Impossible- Fallout es una buena película para ver en el cine. Es divertida, emocionante, se desenvuelve sin problemas dentro de la zona de confort del género de acción, está consciente de sus fortalezas y las explota de forma directa y sencilla, sin necesidad de armas nucleares.

     Acá en Magia del Cine la punteamos con 4 de 5 bombas de plutonio, por no haber tomado riesgos a nivel narrativo, pero sí  cumplir con la nunca imposible misión de entretener.

*The Usual Suspects (Sospechosos Habituales) es una película de 1995 ganadora del Oscar a Mejor Guion Original, escrita por Christopher McQuarrie, director, escritor y productor de Mission:Impossible-Fallout.

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