Me duermo en tu belleza

VAN GOGH EN LA PUERTA DE LA ETERNIDAD


 "Es una obra de arte que enseña el romance entre un pintor y sus creaciones"

Este drama intimista del director Julian Scnabel narra una de las versiones acerca de los últimos años del pintor Vincent Van Gogh, durante su estancia en Arlés y Aurvers-sur-Oise, en el año 1886. Esta última etapa de su vida fue muy importante debido a que realizó algunas de las obras más reconocidas de su autoría, las cuales fueron valoradas mucho tiempo después de su generación.

Propiamente, no la considero un biopic del pintor sino más bien un drama histórico de época, que dicta una cátedra de arte y cinematografía, mostrando la esencia de todo buen artista, a través de la intimidad narrada en base a uno de los máximos exponentes del postimpresionismo.

Así pues, se presenta una historia que aborda de manera cruda y transparente los diversos momentos positivos y negativos que vivió Vincent en sus últimos años antes de ser asesinado (según esta versión). Julian nos presenta una cinta que nos traslada a los años finales de la Francia del siglo XIX, mediante momentos de contemplación en los cuales se representan las más grandes inspiraciones de Van Gogh, sus fracasos, sus agresiones y hasta las conductas fuera de lo común que generaron su aislamiento y rechazo por parte de muchas personas que conocieron a este gran artista.

Suave armonía

El guion es muy contemplativo, capaz de sumergir a la audiencia en un relato que se balancea suavemente sobre una historia interesante que aborda temas filosóficos y dilemas que seguramente perturbaron al mismo Vincent en su momento.  Debo admitir con el mayor de los respetos y mi humilde opinión que este largometraje ha sido uno de los más lentos que he visto últimamente (más de un bostezo se escuchó en la sala); logrando un estilo de narración pretendido seguramente por su director.

No obstante, todo aquel espectador amante de la buena cultura y la cinematografía podrá percibir lo bien elaborada que está la obra de arte del director judío, Julian. La fotografía, los planos, el movimiento de las cámaras y las grandiosas actuaciones de actores reconocidos lograron que esta cinta se convierta en poesía visual.

La palestra de colores apoyada en el amarillo; color preferido de Vincent; representa el día y la fuente de inspiración de este artista apasionado por las maravillas de la naturaleza. Asimismo, la filmación de la cinta se apoyó en tomas secuencias que lograron involucrar a la audiencia y sentirse parte de las escenas, cumpliendo roles de terceros mediante la realidad representada en pantalla. Realmente, vale la pena contemplar esta obra de arte en la gran pantalla para disfrutar en todo su esplendor las maravillas estéticas. que se pueden lograr a través de la cinematografía.

También la música ocupa un complemento importante dentro de la cinta, apoyada principalmente con el sonido clásico de un piano (que llega a molestar por momentos) y otros instrumentos que logran una melodía suave e inspiradora, ambientando la película acorde a la época en que se cuenta la trama.

Los roles

Las actuaciones estuvieron al nivel requerido, sobresaliendo la interpretación del gran Willem Dafoe, quien logró su nominación a los Oscars 2019 por este papel, el cual le quedó a la perfección. A pesar de que Dafoe tiene muchos años más de los que tenía Van Gogh para entonces, creo que este rol se identifica mucho con la personalidad que aparenta su fisonomía facial; ese prototipo de personajes dementes y alguno que otro villano, los cuales Dafoe ha interpretado con mucha credibilidad.

Por su parte, esta película también cuenta con actuaciones reservadas en lo emocional pero de gran calidad, dignas de aplaudir. Por destacar algunas de ellas; Oscar Isaac en el papel de Paul Gauguin, colega y amigo de Vincent; Rupert Friend, doctor y hermano de Vincent, quien le brindó su apoyo incondicional en todo momento pese a desconfiar de su lucidez mental; Mads Mikkelsen, el cura del internado donde estuvo Van Gogh; el cual mantiene una charla muy interesante a la que deben prestarle atención. Y finalmente quiero destacar también a Emmanuelle Seigner quien personificó a Madame Ginoux, la propietaria del restaurante del pueblo, quien le regaló un libro de contabilidad vacío y que particularmente considero como otro de los motivos para quedarse hasta el final de la película y conocer lo que pasó con ese libro.



En resumen

Van Gogh en la puerta de la eternidad es una cinta inspiradora que invita a superar los prejuicios de los demás e imponer criterio en lo que apasiona a cada quien y que además se sienta con las convicciones de estar haciéndolo bien.

Este es el mejor ejemplo de una figura icónica de la pintura postimpresionista y el arte en general que vivió por amor a lo que hacía pero que en su momento no valoraron y actualmente sus obras son consideradas auténticas reliquias culturales. La película puede ser considerada para un público selecto (necesaria para cualquier estudiante de cine) pero aún así sería genial que todos pudieran disfrutarla y apreciar una historia que invitar a abrir la creatividad para producir grandes cosas con estilo y originalidad propia.

Comentarios