"Una obra de género que trasciende el entretenimiento para convertirse en reflexión histórica"
El cine venezolano acaba de ganar una joya
oscura con Knoche y los Secretos de Buena Vista, un cortometraje que reinventa
la leyenda del "Vampiro de Galipán" para convertirla en un espejo de
nuestras propias contradicciones. Djamil Jassir, en un triple rol de director,
guionista y protagonista, no nos ofrece otra historia de terror convencional,
sino un viaje psicológico a las profundidades de un mito que sigue vivo en la
memoria colectiva.
Lo primero que impacta es cómo la película
juega con nuestras expectativas. El Dr. Knoche no aparece como el monstruo de
las leyendas urbanas, sino como un ser de carne y hueso, atrapado entre su
vocación médica y su obsesión científica. Jassir interpreta al personaje con
una humanidad dolorosa, lejos de los clichés del villano sobrenatural. La
verdadera fuerza del relato no está en sustos baratos, sino en esa pregunta
incómoda: ¿Qué separa realmente al genio del loco, al benefactor del monstruo?
La fotografía es otro personaje clave.
Cada plano de la Hacienda Buena Vista parece respirar, con esa luz que no
ilumina sino que sugiere, esos colores que se apagan como la vida misma. El
sonido merece mención aparte: los pasos que resuenan en corredores vacíos, los
instrumentos quirúrgicos que tintinean, crean una banda sonora de pesadilla
elegantemente elaborada.
Entre los aciertos destacables está la
decisión de no dar respuestas fáciles. La película nos presenta los hechos
conocidos -los experimentos de momificación, la relación con el Presidente
Linares Alcántara- pero deja que seamos nosotros quienes juzguemos. En tiempos
de redes sociales donde condenamos sin contexto, este enfoque resulta
especialmente pertinente.
Knoche y los Secretos de Buena Vista
demuestra que el verdadero terror no está en lo sobrenatural, sino en lo
demasiado humano. Djamil Jassir ha creado algo raro y valioso: una obra de
género que trasciende el entretenimiento para convertirse en reflexión
histórica. No es solo uno de los mejores cortometrajes venezolanos recientes,
sino una prueba de que nuestras leyendas, bien contadas, pueden dialogar con el
cine universal. Para no perderse: La secuencia del laboratorio, donde ciencia y
moral chisan en silencio, es quizás la mejor metáfora visual de lo que
significa enfrentar nuestros propios monstruos interiores.
En resumen
Un relato gótico con acento caraqueño que demuestra por qué el cine de terror puede ser tan profundo como el mejor drama. Quienes busquen sangre y gritos quedarán decepcionados; quienes valoren historias con sustento histórico y psicológico, encontrarán aquí una pequeña obra maestra.
Redacción: Miguel Arcángel Sierra
Excelente reseña, felicidades
ResponderEliminar¡Muchas gracias Jeniffer! Nos encantaría que tengas la oportunidad de ver el documental
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