VIENTRE DE TIERRA SECA
"El sacrificio materno por la lucha de independencia, desde la piel de una mujer"
"Vientre de tierra seca" es el segundo soliloquio correspondiente al ciclo "Matria", presentando a Silvia De Abreu en la figura de la prócer venezolana Luisa Cáceres De Arismendi, quien con apenas 15 años se casó con el General Juan Bautista Arismendi, siendo apresada por los realistas en el año 1815 y confinada en los calabozos del lúgubre Castillo de Santa Rosa, en la Asunción, Margarita, cuando estaba en pleno embarazo, donde finalmente abortó.
En ese trance se sostiene esta dramática obra, convirtiendo al espectador en un testigo de primera fila ante el sufrimiento de una mujer que acaba de perder a su feto, encarcelada, lejos de su esposo y en medio de una sangrienta guerra por la independencia de su patria.
¡Chapó Silvia!
Un viaje a otra época
Se puede afirmar que la escenografía (y la obra en general) gira en torno al cuerpo del feto que permanece durante toda la obra en medio de aquella miserable y perturbadora ruina, sin embargo, a diferencia de lo que muchos podrían llegar a imaginarse (como en "Amor de página Roja"), la fotografía de "Vientre de tierra seca" se apoya en un escenario con bastante iluminación, donde incluso un "rayo de luz solar" alcanza a tocar una de las paredes del calabozo, simbolizando la esperanza de poder volver a contemplar el cielo.
Entre otros aspectos a valorar, se debe aplaudir las acertadas decisiones en cuanto al vestuario, gracias al trabajo de Fabiola Neri y La Máquina de Teatro, pues, las prendas deshilachadas que usa Silvia no sólo le suman al apartado visual del personaje sino que también se involucran en la narrativa del discurso, de hecho, en determinado momento son mencionadas por Luisa Cáceres.
Por su parte, el maquillaje, aunque no sobresale con tanta vistosidad en comparación a otros elementos, cumple correctamente su función, evidenciando el sufrimiento y la suciedad, tanto físico como mental, por los cuales ha pasado el personaje.
Los lamentos de una madre
El discurso literario de este soliloquio se sustenta en la investigación histórica y la poesía teatral de José Tomás Angola, quien tuvo que embriagarse de empatía para preparar un texto reflexivo sobre la Guerra de Independencia desde el llanto de una madre que acaba de abortar, complementándolo con mensajes de esperanza por volver a ver la luz en Venezuela.
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