Llamemos las cosas por su nombre


Oliver, un inteligente y alto rubio, llega a una hermosa villa en un pueblo al norte de Italia para asistir al padre de Elio, un joven de 17 años, músico, políglota e igualmente atractivo. Tras un par de miradas e incómodos encuentros, lo que empezó siendo una relación limitada a compartir el baño que une sus habitaciones, termina convirtiéndose en un apasionado romance de verano.

Normalmente las historias sobre parejas del mismo sexo suelen abordar temas como la tolerancia (o falta de ella) o los amores prohibidos. Sin embargo, este no es el caso de Call Me by Your Name; la película dirigida por Luca Guadagnino es una historia de amor, así de simple. Y no me refiero a un cuento de hadas, en el que el príncipe azul rescata a la joven plebeya y le compra un auto, teléfono y/o laptop completamente nuevos (como vemos actualmente en nuestra versión millenial de la fantasía); más bien hablo de la historia de un amor real, lleno de timidez inicial, pasión y dolor por los que todos al menos una vez hemos pasado. 

El guion no está lleno de las complicaciones que podrían esperarse, sino que la historia se desenvuelve en un contexto que no sobrecarga el conflicto. Los personajes no tienen que luchar contra el mundo prejuicioso y perseguidor que se les opone, más bien deben hacerlo contra ellos mismos y sus sentimientos, sin caer en dilemas existenciales. 

A esto se debe que no haya un malo de la película, de hecho todos los personajes son agradables. En lo personal, me encantó la naturaleza de Mr. Perlman, el padre de Elio interpretado por Michael Stuhlbarg, quien con su dulzura no solo logra consolar a su hijo, sino también al espectador. 

Deteniéndonos un poco más en el tema de las interpretaciones, hay que aplaudir a Timothée Chalamet, quien tiene muy bien merecidas sus múltiples nominaciones en esta temporada de premios. La calidad de su trabajo puede apreciarse durante toda la película, pero realmente brilla en la última escena en donde un primer plano sirve de espejo para reflejar el mar de emociones que lo desbordan. 



Call Me by Your Name es una joya también en los aspectos técnicos. La paleta de colores, fotografía, paisajes y encuadres son un placer para los ojos. No todas las películas tienen que verse bonitas, pero esta historia lo exige y la impecable ejecución en los departamentos de fotografía y arte hacen que el film basado en la novela de André Aciman destaque tanto en el fondo como en la forma.


Importante es destacar que esta es una cinta para ser disfrutada por cualquiera (independientemente de su identidad sexual) que haya tenido un primer amor, de esos que te llegan de sorpresa, que te emocionan, que te hacen sentir en la cima del mundo; de esos que, llamando las cosas por su nombre, duelen.

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