Imagina tener el encanto para enamorar con solo una mirada, con un gesto o con la delicadez que te revelan con una dama pura, dueña de movimientos tales como los que hacen las flores contra el viento, con tacto de porcelana; bueno, ese es el caso de Lillian Gish, la actriz que sin decir una palabra enamoró a una generación entera.
Historias para Cinéfilos sigue demostrando que no es para nada ajeno al cine mudo y hoy en esta entrega que sirve de cierre para la primera temporada de este segmento que nos ha hecho viajar a los orígenes del séptimo arte, nos embarcamos en la época dorada del cine, con la historia de una intérprete igual de brillante.
¿De donde viene?
Puedo decir que la vida de Lillian Gish, al igual que la historia de muchos intérpretes, fue de menos a más, de lo micro a la macro. Empezó mientras atravesaba la etapa más compleja de la vida de cualquier infante, y no dejó de crecer.
Nació en Springfield, Ohio, un 14 de octubre de 1894, momento en que recordemos que justo había nacido el primer formato de cine, de la mano de los Hermanos Lumiere con su cinematógrafo o el Kinetoscopio de Thomas Edison, y vio sus inicios como actriz junto con su hermana, Dorothy; ambas afectadas por el abandono de su padre alcohólico que estuvo presente en una fracción de su infancia.
No dejándose llevar por este desafortunado gecho, el talento floreció en las hermanas (Sobretodo en Lillian, quien empezó con solo 6 años en el mundo de la actuación), llamando la atención de nuevos cineastas que buscaron a jóvenes para encarar sus proyectos experimentales cuando apenas se estaban labrando las bases de la narrativa en los filmes; tal fue el caso de la misma Lillian Gish que en el año 1912 cuando, de la mano de David Clark Griffith, hizo aparición en "An Unseen Enemy", la primera película en la que apareció bajo dirección.
Sin embargo, su momento de fama no llegó sino 3 años después de su primera participación en un metraje, y fue con “El nacimiento de una nación del año” (1915) del mismo Griffith. Seguimos bajo esta línea, siendo conscientes de que el crecimiento de Lilian va de la mano con el desarrollo del séptimo arte desde sus inicios, y creció casi al unísono.
Cinco años después, la dulce actriz se convirtió en directora de sus propias obras y se convirtió en figura del cine de entonces, con el estreno de "Remodeling Her Husband" (1920), metraje protagonizado por su hermana Dorothy. Sin embargo "Hay personas que nacieron para comandar, y otras que nacieron para ser serviles" según palabras de la misma Gish, quien se identificaba con esta última forma, y sentía la necesidad de ser servil, es decir, aparecer en filmes como actriz y mantenerse alejada del autorismo.
Del cine mudo al cine sonoro
Como comenté en todo lo que llevamos de viaje, "La primera dama del cine", como se le conoce popularmente a Gish, vió nacer a la cinematografía, y en cierto modo, ayudó a labrar los cimientos de un arte que no haría más que subir como la espuma hasta tiempos modernos.
Sin embargo, una desencantada Lillian Gish, quien al igual que Charlie Chaplin, opinaba que el cine sonoro accedía el valor artístico de una película, residio en Broadway en donde hizo un total de 50 obras.
Sabiendo esto, y que además algunas estrellas vuelven a brillar (a veces más que en un inicio), Lillian volvió al estrellato con "Duelo al sol" (1946), obra que le valió su primera nominación al Óscar con un personaje íntimo en uno de los westerns más representativos de la historia.
Restaurada la descollante figura de la actriz, protagonizó grandes filmes entre los años 50`s y 60`s, tales como "La Noche del Cazador" (1955), "Orden de ejecución" (1958) y "Los que no perdonan" (1960), filme que nos servirá para abordar más adelante.
Su "Peak" en el cine
Si bien existen grandes éxitos encarados por la actriz, la que desde mi juicio fue la más prolífica y motivo de su alabanza dentro del séptimo arte fue "Los que no Perdonan" (1960), obra magna y uno de los western más recordados de la época.
En la película dirigida por John Huston, basada en la película de Alan Le May, Lillian Gish toma el papel de Mathilda Zachary, la matriarca de la familia, personaje que revela la verdad sobre la hija de la familia, Rachel Zachary, quien sería en realidad una nativoamericana, en una historia de amor filmada en Durango, México.
En este filme, además de mostrar el cine del viejo oeste en su máximo esplendor, observamos un matiz rupturista que apunta con dirección al racismo hacia los nativos americanos.
Aunque difícil, este filme se puede encontrar en diversas fuentes, como la que estoy a punto de compartir: https://www.youtube.com/watch?v=Vp7AY0CL0c4
El fin de la leyenda
A pedir de los 70`s, la decaída de la estrella Lillian Gish se hizo cada vez más notable. Los últimos largometraje en los que participó fueron "Dulce Libertad" (1987) y "Las Ballenas de agosto" (1987), cerrando su carrera como actriz, brillando como nos tenía acostumbrados y dejando una filmoteca de películas interpretadas por ella para un buen rato.
Sus últimos días fueron en la ciudad de Nueva York, partiendo físicamente de este mundo, el 17 de febrero de 1993, recibiendo siempre el apoyo de sus amigos más íntimos, y a luz de una vida enriquecida por una personalidad incansable; y convirtiéndose al mismo tiempo en una leyenda del cine americano.
Así cerramos esta primera temporada de Historias para Cinéfilos, con un sabor a gloria, y a un hito que no se olvida.
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