Una conversación acerca de los sueños, la persistencia y esos momentos que definen una vida.
El brillo de las luces, el caos previo a la conexión, una risa contagiosa que rompe el protocolo: "¡Amore, vieni... qui le luce sono perfette!". Así entre ajustes de cámara y complicidad con su esposo, aparece en videollamada Ira Fronten, la actriz venezolana que lleva el Caribe en la voz, la sangre y la piel, desplegando en la pantalla esa determinación de quien sabe, "que el éxito no es un destino, sino un viaje".
Con un outfit que mezcla elegancia y frescura, Ira pronuncia al saludar “¡Mi nuevo look!” con una sonrisa frente a la cámara, aclarando entre risas “y un cabello que parece desafiar las reglas”. Tanto como su carrera, como su personalidad, se proyectan más allá.
Ella saluda desde Italia, yo desde caracas; y aunque la entrevista es virtual, su energía traspasa la pantalla. Hablamos como dos amigos que se encuentran en un café para ponerse al día, conversando sin tapujos y poniendo sobre la mesa las buenas nuevas y algunas confidencias sobre su reciente postulación a los Premios Soto 2025 de la Academia Venezolana de Cine, la cual me entero de que no se trata de una sino de dos:
- La primera por su participación en “El salto de los Ángeles”, de José Miguel Zamora, primer largometraje rodado en Ciudad Guayana con talento regional.
- Y otra por el cortometraje italiano “Ignoti”, de Giuseppe Brigante, que obtuvo siete premios en Europa.
De San Félix pa'l mundo
Ira ríe pícaramente cuando recuerda sus inicios: "Traté de entrar a Miss Venezuela, me preparé... y me sacaron de sorpresa", enuncia antes de contarnos la anécdota. Así evidenciamos como el rechazo, en lugar de frenarla, la lanzó a estudiar actuación fuera de nuestras tierras. Luego inicia la historia desde cuando vino a trabajar a Caracas, desempeñándose como dependienta en una perfumería, donde se entera de un casting para el concurso el cual pedía "solo chicas blancas y rubias", y Fronten; en su audaz jugada; nos cuenta que fue a colarse en un auto lleno de modelos para llegar a la prueba, afirmando que: "si no hubiera ido, no estaría aquí", confesando el hecho con el movimiento de su abanico, lo que me recuerda a esas mujeres de antaño, plasmadas en la cinematografía de la “Era Dorada”.
Y así, codazo a codazo, peldaño a peldaño, piano a piano, pasito a pasito; o la expresión popular con la que usted conecte mejor; Ira llegó a trabajar en el año 2021 con la aclamada figura del pop internacional Lady Gaga en el filme “House of Gucci”, bajo la dirección del legendario Ridley Scott (Gladiador, Blade Runner, Alien, entre otros). Recuerda que "ella me saludó primero, desde el otro lado del set. Eso es grandeza". La escena icónica de Ira con la estrella fluyó orgánicamente en un momento cumbre de la película, teniendo presencia en la pantalla con un primer plano inesperado, pues, Fronten no la había visualizado de esa manera en el guion pero que el director inmortalizó para el corte final. "Fue un regalo por mi trabajo", confesó.
El regreso a Venezuela, entre una película y una despedida
Entrando a la segunda década del milenio, el joven director guayanés José Miguel Zamora la buscó durante dos años aproximadamente para que lo acompañará en la que sería su opera prima “El salto de los Ángeles”. Ira visiblemente emocionada nos habla de su aporte a este proyecto social de cine comunitario, al cual donó su tiempo y hasta pagó su propio pasaje desde Italia. "Sabía que era importante" con tono de orgullo lo expresa. La película, un hito del cine regional, se convirtió en la segunda más taquillera de Venezuela para el año de su estreno, recorriendo no solo el territorio nacional, sino el mundo entero.
Allí vimos a una Ira construir un personaje lleno de emociones, humanidad, cargado de realismo, entereza, que al vestir su piel con él, en cada frase, cuidadosamente trabajada para mantener el acento local, en cada gesto hecho, plasma en los fotogramas a una mujer compleja, luchadora y repleta de sueños. En resumen, una caracterización cuidadosamente trabajada que le suma a la historia de José Miguel.
Aunque el verdadero tesoro vino después, adosado como las estampillas a una postal, expresado en palabras tan personales como estas: "Fui al cine con mi mamá, agarradas de la mano. Seis meses después, ella falleció. Esa fue la última vez que la vi". Allí su voz se quiebra un instante, y continúa: "Le agradezco a la vida que hayamos tenido ese momento", dejándonos ver la importancia de hacer un proyecto en su tierra, compartirlo con sus seres queridos y ver como el público que acompañaba las funciones sentía lo mismo que ella, “orgullo y querencia por lo propio”.
De esa manera, con mucha humildad, va desentrañando recuerdos y anécdotas, trayendo al presente las saudades de quien migra, pero como dicen por acá “tiene el ombligo enterrado en Venezuela”. De esta forma nos lanza confesiones como quien lanza dardos en un juego de pub. “Quiero que Venezuela me conozca" aclama entre risa y seriedad.
Ella habla claro y fuerte: "Invertí en formación, no en prensa. Por eso mi carrera es sólida, pero poco conocida". Hoy, con proyectos entre Italia y Latinoamérica, aspira a más: "Merezco protagonizar. No por ego, sino porque lo he dado todo". Su meta es clara entonces: "Que mi país sepa que hay una guerrera allá afuera, sin avergonzarse jamás de cómo llegué".
¿Qué hay del futuro?
Con tono serio pero desenfadado da a la conversación un poco más de realidad, habla de cómo en la actualidad la industria del cine en su lugar residencial no está “tan movida” como en otros tiempos, expresando que la cantidad de papeles disponibles están atados a ciertos fenotipos de caracterización y subrayando de igual manera que la mayoría de estos son más disponibles para jóvenes hombres que para mujeres. No obstante, agrega que los papeles presentados suelen ser racializados, con intervenciones puntuales en la historia pero sin un desarrollo amplio dentro de las narraciones.
Ira deja entrever su intención de hacer algo más, confesando su búsqueda de una historia que le permita desarrollarse ampliamente como lo ha hecho en las tablas. Siendo allí que nos cuenta de ese nuevo proyecto en que se ha venido preparando para el teatro en Italia, una obra inspirada en la película estadounidense ganadora del Oscar por mejor guion y argumento “Adivina quién viene a cenar” de 1967, escrita por William Rose y dirigida por Spencer Tracy. En la participó Sidney Potter, primer afroamericano en ganar el Oscar como actor principal.
Del mismo modo, aclara que se siente muy entusiasmada de hacer teatro, aunque no desmerita lo laborioso de hacerlo, dado a lo exigente que es, sobre todo en el tema de la pronunciación y el acento, el cual ha trabajado bastante bien, por que ha gozado ya de varias temporadas y obras en tierras italianas. También recuerda sus inicios en el campo gracias a una directora argentina que la convocó para la obra “Las troyanas de Eurípides”, obra que le abrió las puertas sucesivamente para este nuevo proyecto que la llevaría a viajar por todo el territorio de la península itálica por al menos cinco meses junto a un ensamble artístico de primer nivel.
No obstante, como para no dejar la intriga sobre la mesa, amasa sus manos como quien prepara pan y deja caer en la tabla algunas perlas informativas al igual que quien suelta los dados en un casino en Mónaco. “En este momento sí quisiera producir mi propio proyecto”, agregando que lleva aproximadamente dos años trabajando en él y que nos contará más cuando este se encuentre fuera del horno.
En resumen
Al despedirnos, bromea con el "outfit impecable" que eligió para la entrevista. Se nota en esa expresión la mezcla de orgullo y humor que la hace única. Ira Fronten no pide permiso: actúa, conquista y, sobre todo, disfruta el viaje. Pero no se despide simplemente, agradece a todos y reconoce el esfuerzo, con tono de orgullo afirma “Tenemos todo para triunfar” sumando que “los venezolanos tenemos algo diferente...nosotros no improvisamos, porque cuando decidimos hacer algo, nos preparamos lo mejor que podemos, y va y hace eso lo mejor que puede... por eso somos personas felices, porque somos auténticos, somo verdaderos... y ese debería ser un eslogan nuestro. La autenticidad”.
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